2010

"BIENVENIDO A MI BLOG"

18 de mayo de 2012

DIARIO DE UN BOHEMIO : La Mesera Dominicana


Primera Parte


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Desde que conocí a Giulliana en el Hall del hotel en San José, siempre concebí una temporada en República Dominicana y no pasaron muchas semanas para tomar el primer vuelo que me llevara hasta Santo Domingo. Luego de vivir una odisea en migraciones y las aduanas, donde me revisaron hasta los calcetines por el simple hecho de que iba desde Colombia, un agente antinarcóticos me llevó por un pasadizo medio raro hasta dar con una habitación solitaria donde seguro intentó buscar forma de sembrarme alguna maldad, ayudado de su compañero, un tipo gordo con mirada de corrupto, dientes amarillos y bigotes mal afeitados, fueron sacando mis cosas de mi maletín de mano, murmuraban algo entre colmillos sin dejarme sobre mi humanidad, sus sonrisas socarronas y miradas acusadoras. Recordé el que nada debe nada teme y como siempre mi experiencia  en todo los terminales aéreos del mundo me ayudaron a guardar la calma y esperar el "asalto" animalesco de los agentes. Revisaron hoja a hoja mis libros, ¿Qué demonios saben estos brutos de libros? Me pregunté.

- Perdón señor, ¿dijo algo?

-No, siga pero que sea rápido porque mi vuelo sale en media hora, exclamé.

Su respuesta ya conocida me hizo sonreír irónicamente y ante la desesperación de los agentes de no poder acusarme de nada, mostré mi incomodidad y cansancio. Seguro vieron los diplomas, invitaciones, premios documentados, menciones, certificados y uno que otro documento que sus precarios cerebros no podrían entender, hicieron que me dejara ir con una falsa y repetida diplomacia:

- Señor disculpa por todo es la rutina, gracias.

Me importó un pepino su muestra de respeto y me marché con prisa hacia el último salón para mostrar mi pass board y partir hasta Santo Domingo.
Allí, en la entrada del aeropuerto estaba Brenda, esperándome con un ramo de tulipanes bien arregladas con un peluche que llevaba: "Bienvenido Ángel", Si yo lo que soy es el demonio en persona, pensé.

Atravesamos la ciudad a bordo de un automóvil rojo que habían contratado especialmente para mí, no podía disfrutar del panorama pues apenas las luces del alba empezaban aparecer, reinaba el silencio y cada cierto momento Brenda me mostraba con la mano que lugar era lo que acabamos de pasar.

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Cuando Brenda abrió la puerta principal de la casa, lo primero que pensé fue, si buscar a Giulliana rápidamente y abrazarla o recostarme a dormir, porque realmente me sentía exhausto por toda la travesía, el tiempo no me dio para ninguna de las cosas porque la bella Giu estaba esperándonos en la sala, bien vestida, con tacones muy altos, un vestido que mostraba su bella figura, una boina gris que hacía juego con sus ojos y por su puesto una sonrisa cautivante, mostrando sus bien formados dientes Colgate. Fue un abrazo eterno, interminable y más sincero que había sentido con alguien que apenas  conocía hace poco tiempo.

La enfermedad no había golpeado la risa de mi amiga Dominicana, ella siempre estaba con una mirada llena de vida, con ganas de devorarse el mundo entero y yo agradezco que me hiciera parte de sus planes de recuperación, esa calidez familiar, el amor sin hipocresía de sus amigos, su perro lupo, todos esos detalles formaron un ramillete inmenso de esperanza en su corazón.

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En verdad el hambre no me doblegó nunca, caminando por la zona colonial de Santo Domingo, pensando que hacer o inventar para alegrarle el día a mi amiga me encontré con el restaurant Le Patio Gourmet, el nombre se me hizo muy familiar. - ¿alguna vez cené en este restaurant? Me pregunté. No, fue la novela de algún autor Francés, que nombraba las cualidades culinarias parisinas. Decidí entrar, pero jamás acostumbro  comer solo, mucho menos de noche pero la curiosidad y los avisos del estómago me empujó atravesar la puerta del suntuoso lugar.


- Señor buenas noches, bienvenido a Le Patio, un francés muy mal pronunciado de la mesera casi me hace desistir de mi aventura nocturna, rodeado de decoraciones estilo barroco, con luces de Belle Epoque, La torre Eiffel como principal cuadro y algunos poetas románticos, hacía del comedor una mezcla entre la culteza y la religiosidad occidental.

- a lettre s'il vous plaît?

Haciendo alarde de mis conocimientos de un principiante de francés, quise probar la reacción de la muchacha, sin imaginar que la bella mesera me espetara diciendo:

. ¿Usted es colombiano o peruano verdad?

- Eres bella pero no es por eso que me gustas porque mi vida está acostumbrada  a la belleza femenina, le dije.

La dulce ironía de la dominicana desvaneció completamente, su escondida arrogancia se convirtió en la más inocente ternura y su rostro emergía un color rojizo, sin darle tiempo a alguna respuesta le rematé con una pregunta que a muchas féminas les terminaría fulminando sus vanidades físicas.

- ¿Has ido al colegio alguna vez?

La bella mesera de ojos grises se marchó sin decirme nada con ganas de vengarse de mí en cualquier momento, tal vez planificando mi muerte apenas salga del restaurant.

Ordené Boeuf Bourguignon, la ternera francesa es una delicia, en cada bocado me sentí culpable de haber lastimado la poca autoestima de la muchacha, pensé la forma de enmendar grave insulto pero por ninguna parte aparecía ella. 

- Buenas noches, cenando solo, eso es muy inusual en este lugar.

Era una chica de aspecto muy raro, una especie de emo, ignoré su aspecto y me presenté sin mucha ceremonia.

- ¿Soy Aracelly, puedo acompañarle?, también vengo sola 

No podía decirle que no, era inevitable decirle que no, rápidamente le ofrecí una copa de vino y sin inmutarse aceptó la oferta. Algo raro sucedía, cosa extraña estaba pasando pero ese momento no importó nada; pues ya tenía una compañía.

- Ah estás leyendo a Colette Rabatè, es una excelente escritora, yo leí ¿Eva o María?, me dejó asombrado, tomando entre sus pequeñas manos el libro que me acompañaba esa noche ya casi fatídica.

Charlamos un poco de literatura francesa, ella ordenó una entrada, plato a la carta y un postre, en todas mis comidas aún no había visto una dama, comer de esa forma, realmente estaba sorprendido, finalmente ordenó traer un vino de la mejor cava y con sello de Merlot 1998, me sentí  muy extraño y bendecido a la vez porque mi compañera de mesa sabía de literatura, de vino, de la gastronomía peruana, a lo cual sus elogios fueron más que exagerados.

- La cuenta va por mí, espere.

Vi desaparecer la imagen de la mujer por la puerta que daba al siguiente comedor, al rato y ante mi sorpresa la mesera que nos atendía llega con otro vino en la bandeja. Si yo no ordené nada - pensé, No, fue Aracely me dije y recibí el vino sin ninguna contemplación.

Pasaron más de media hora y mi nueva "amiga" no daba señales de vida, una hora y el vino ya casi terminaba y empecé a preocuparme, claro fui domado dulcemente por la "sabuesa" dominicana, no fue su belleza sino sus conocimientos literarios. 

Estuve dos horas allí esperando a "Godot" que nunca volvería, balbuceé en silencio, reclamé a mi propia candidez y fui acabando el último sorbo de merlot que quedaba, cuando pedí la cuenta, mis ojos nublaron al restaurant completo, allí detalladamente me cobraban todo lo que mi "sabuesa" se había devorado, reclamé que ella había llegado después pero ya nada se podía hacer. La cantidad no me haría completamente pobre en la noche pero era tan considerable que, con eso podría cenar una semana en el mismo Le Patio

Mi desgracia no se terminaba allí, pensé que pagar la cuenta ajena terminaba mi mala suerte de aquella noche pero estaba en un equívoco, al salir en el patio donde tenía que tomar un taxi, me estaba esperando Kiara, la mesera de ojos grises a quién apagué su sonrisa con una pregunta inadecuada.

- Gracias por venir, espero que vuelva pronto.

No me importó su agradecimiento y apuré subir al taxi sin decir alguna palabra cuando me remató con una frase inesperada.

- Usted es un grosero y bien merecido que haya pagado toda la cuenta

Sonreía y claro fue ella la autora de mi mal rato, cómo no podía imaginarme.

- ¿Hasta dónde se va...?

- ¿Juan Dolio, conoces?  Le dije

Yo vivo cerca, puedo acompañarte y así pagamos un solo taxi me refutó.
Dudé un poco, que habrá planificado ahora, seguro quiere acabarme, de pronto violarme o llevarme con algún otro cómplice, pensé.

En el camino fuimos conversando sobre la historia de su vida, como entró trabajar al restaurant, que nunca nadie le había ofendido de esa forma antinatural hasta a esa noche y que con ayuda de su compañera planearon vengarse de mí y mandaron a la falsa Aracely, que no era más que la sobrina del gerente. Reímos y le ofrecí disculpas por mi comportamiento inhumano y quedamos igualados en hacernos la maldad. Mentí sobre la razón de mi estadía en Santo Domingo y quedamos de vernos a la noche siguiente en otro restaurant y ella me compensaría la broma con una cena y una canción en algún karaoke, le di el teléfono del hotel y me marché con más tranquilidad en mi conciencia.

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JAVIER M. ONCOY

(TRILCE)

2012-MAYO

*sin edición