2010

"BIENVENIDO A MI BLOG"

12 de febrero de 2010

Deseo Mortal

DESEO MORTAL
"Por tí ando sobrecargado de deseo..."

Por TRILCE

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Dicen que el deseo es una imagen que se crea en la mente y va teniendo vida poco a poco, a medida que el cuerpo suelta unas extrañas sensaciones; y la piel se vuelve como una tormenta de fuego y nada habrá para ocultar, ni cerrar los ojos ni meterse en la ducha gélida. Puede llevarte incluso a la muerte. No hablaré más del tema ya que no deseo profundizar algo que poco o nada conozco teóricamente.

Mis letras de hoy son tan reales como tú que me estás leyendo, esta mañana como a las 5:45 am, me desperté luego de un profundo sueño; no puedo afirmar si realmente soñé algo? Bien, me sentía completamente mojado, pareciera que hubiese llovido en la litera, mi cuerpo estaba cubierto de sudor caliente, no podía controlar la marea que azotaba mi piel. Me levanté de la cama, tomé la toalla y directamente a la ducha gélida, no salía de mi asombro cuando de súbito veo una imagen misteriosa en el espejo. Me quede perplejo, no podía ni gritar, aquella imagen me miraba fijamente a los ojos; y Yo sin poder articular una palabra le devolvía la mirada, por segundos pareciera que me decía algo. Cerré los ojos y al abrirlos nuevamente dirigí mi mirada hacia el espejo y todo estaba normal, veía mi propio rostro asustadizo, dejé todo y me marché a la recámara.
Intenté mil forma describir la imagen pero mi mente se quedaba nublado, estremecido, navegando en un océano vacío. Mi cuerpo empezó arder, sentía que mis pies se quemaban, mis manos eran una bola de fuego y en minutos me sentía enfundado en enorme llamas que comsumían mi delicada silueta. Pensé que aún soñaba; pero no, todo era tan real, me lo confirmó la melodía bulliciosa del celular. Pedí auxilio pero mis gritos desesperados no eran escuchados por ningún mortal, ya no quedaba nada de mi, veía como caían mis huesos en pedazos, todo era un espectáculo trágico y terrorífico. Ya no podía gritar, mi voz se apagaba en la lengua de fuego; aún quedaba un poco de mis dientes que se resistían a fenecer en la llamarada, se habrían mis poros y enormes borbotones de sangre volcánica se expulsaba por todo mi cuerpo; formando gigantes columnas de fuego, hasta mi sexo ardía, mis dedos, mis uñas se hacían cenizas.

Súbitamente pude salir de la habitación, tomé como pude un baldón de agua que había en la cocina y corrí como loco, de pronto yacía en el piso carbonizado, aún enormes columnas de humo vivían en mi piel entera, desorbitando su furia asesina. Oh no. Aquella misteriosa imagen estaba allí mirándome, reía disimuladamente, percibí claramente su sonrisa socarrona, sus amarrillos dientes y mirada altanera depositados en mi. Hacía un ademán de llamarme con sus manos, el movimiento de su silueta me insistían que fuera; quería levantarme pero estaba en cenizas y ella carcajeaba a gusto a costa mía. Mis ojos vivían aún, mi poder existía en mis ojos, en mi mirada. Ella se acercaba lentamente hacia a mi, se detiene y me dice que cierre los ojos, obedecí cuan esclavo suyo, y en ese instante sentí una rara sensación; como si una enorme brisa golpeara mi rostro, escucho que me dice que abriera los ojos; cuando lo hice ví como mis partes se empezaban unir. Era increible, esto no puede estar pasando, este es una maldita pesadilla - Murmuro. Mis pies empezaban recuperar sus dedos, mi piel se tejía, todo estaba volviendo a su lugar.

Pasaron más de media hora y ya estaba completamente sano, entero, comprobé que estaba despierto. Me mudé de ropa y empecé mi marcha hacia...
El lugar era caótico, la multitud iba y venía, me paré un minuto en la puerta. -¿Realmente vine a ...? No cabía ni una respuesta en mi desorientada mente. Entré y allí estaba una niña, claro no era tan niña. Me sonríe tiernamente, pregunto por la señorita K. Ella la está esperando - Me dice con una voz de firme convicción. Le pregunté quién era, la respuesta no se hizo esperar. - Soy su prima L. La demostración de cortesía en mi con damas educadas es más grande que su belleza, así que en menos de cinco minutos ya había entablado una apacible plática con ella. No nos dimos cuenta que su prima me esperaba. Hablamos de todo, no tenía novio, ya era suficiente para mi.
- ¿Has sido besada por un desconocido? - le pregunto. Su respuesta me hizo saber que aquella niña era culta y conocía el mundo exterior lo suficiente. - Perdón mi nombre es: - No importa tu nombre, fue la frase que me estremeció el alma. Nos besamos hasta la sombra, en cada parte de su todo, mi lengua fue recorriendo su piel milimétricamente sin dejar espacio alguno, sus poros absorvían mi saliva sin contemplaciones y nada quedaba al margen, ni el pedazo oculto de su cuerpo, ni la sombra alejada de sus sueños, todo quedaba aglutinado en mi boca. Ella se retorcía como una serpiente, sus gemidos alborotaban mi mundo; cuando me detenía empezaba protestar como un niño recien nacido. Todo esa silueta envidiable para muchas damas eran pintados por mis labios, encripté mi lengua verso por verso; poema por poema en cada parte de su piel, estaba descontrolado y ella gozaba con cada embestida, cada amenaza y acción casi revolucionaria. Sus pechos puntiagudos, enormes, habían dormitado en mi boca, sus muslos blancos hechos rojizos, todo ya pertenecía a un solo nombre. YO. Luego de la gran velada diurna nos quedamos dormidos, juntos como dos niños, abrazados y cuando desperté oí un grito: K. Era mi propia voz. Me vestí como pude, ella también despertaba y me miraba muy sonriente, era tanta su ternura que enamoraba mi alma y mi corazón latía con alegría y tristeza a la vez. - Te amo. - Mis oídos no deseaban escuchar esas palabras pero su "te amo" retorcía mi alma entera, hasta mi piel sentía esa profunda confesión romántica, ya desconocida para mí. La besé dulcemente y ella se abrazó de mi no deseaba salirse de ese abrazo; ya era hora de irme, su prima me debe estar esperando me dije. - Te amo. - volvió a repetirme y esta vez no deseaba oir palabra alguna pero aquella mirada, si esa ternura en sus ojos me detenían la marcha. - Ha sido mi primera vez - Me dice con ternura y tristeza. No era necesario que me lo dijera. Salí de la habitación y caminé casi corriendo hacia el otro cuarto y cuando abrí la puerta, no podía creer lo que mis ojos veía. Si, la señorita K. Estaba allí, con el cuerpo totalmente desnudo, abrazdo de un tipo mayor, ambos dormían plácidamente.


JAVIER M. ONCOY
(TRILCE)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Wow wow, pero que tal relato, hermoso!!!!

Yam.