2010

"BIENVENIDO A MI BLOG"

3 de octubre de 2017


Te he llorado tanto que ahora tendrás que amarme hasta la muerte u olvidarme en el fin de esta epístola que destila mi alma.

Tal vez he cometido muchas estupideces en mi larga travesía, si mirar tua ojos a través de los cristales del invierno es una lenta tortura que agonizo al no encontrar tu mágica sonrisa, aquellos ojos risueños, redondos como un capulí, como dos planetas orbitando en mi mísera imaginación, al no sentir la calidez de tus palabras en esa coqueta y flautalosa voz, cuya melodía era como un fino y extraño licor que embriagaba mi mundo, al no sentir tu risa y su música insoslayable, ese ritmo rimbonbante, sonoro, pianal, sinfónico que pude atraparlo y beberlo y que hoy su ausencia me sumerge en un desierto ilusorio, enigmático, fúnebre y lentamente se apagan mis dedos, mis manos, mis muslos y todo lo que habita en mí, van muriendo en su triste odisea. No soy poeta, soy un crudo espacio silencioso y meditabundo si ti, sin la musa, si tu mirada, me siento acosado por la trágica soledad, por los recuerdos que anudan mi garganta y nuevamente mis ojos son una tormenta que expulsa la lluvia de vaivenes y dolores, y el mundo viene contra mí, nada es terrible como estar escribiendo a la nada, en ese espacio estrecho, pétreo, invernal, canibalesco me encuentro consumiendo mis entrañas, acabando mi sangre, mis pétalos, mis historias y mi moribunda alma.

¡Qué valor!

Tal vez soy la sombra de un ser perfecto, y no soy aquel intelectual que el mundo presume, me siento tan mortal y vulnerable, te regalo a tu ausencia la infinita misericordía, esa que los poetas mayores deslindaron en las pasajes de sus vidas y luego lo llamaron a gritos cuando sus amadas morían, hoy siento que has muerto y mi miseria humana me hace tan inútil que me resisto perder mi caligrafía, mis dedos cuan esclavos medievales obedecen a mi corazón, a mi alma y dibujas esta porquería, este vacío que seguro han de aburrir a esos ojos que arriba describo. Decía Mamá, quien no debe no teme y mi conciencia me llena de valor para seguir vivo en este escenario funesto, no he manchado el amor, no he profanado ese sentimiento tan nombre que te profeso, no he sido un vil traidor de mis sentimientos; sin embargo lloro tu ausencia, tu huida, tu despedida silenciosa, y sin saber que hacer me convierto en un fantasma que merodea por la sombra secreta de la noche y busco si en alguna estrella de la gran constelación asoma el color de tu sonrisa, el misterio de tu mirada o que ya te has olvidado de este viajero triste, campesino, solitario.

No te deseo nada, absolutamente nada, si te has marchado por alguna razón suprema, has de saber que no no fue por desamor, si en ese viaje rotundo, raudo encuentras la dicha, la magia de la felicidad, el amor y su verdadera pureza, adelante, olvida mis manos que aún no conoces, tan solo su magia, olvida mis ojos que aún no te ha mirado con lujuria, olvida mis pies que aún no ha mirado sus elegantes pasos, olvida mis labios que aún no has tocado y sentido su aldeana sabor, olvida mi voz  que aún no has escuchado sus grandes aventuras y olvida mi corazón que aún no tocado su verdadera esencia.

He sido suscinto, mis ojos vierten inviernos, ve y toma un café, escribe un verso, ríe, enójate, yo y mi alma están libres y transparentes y desde arriba mi vigila la mujer que me dio la vida.

Con ...


Javier M. Oncoy

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